Damon
—Está todo listo, Damon —me informa Louis—. Mañana pueden venir a tomarse las fotografías para el pasaporte. También está todo listo para lo otro que me pediste.
—Gracias, amigo —respondo con una sonrisa, acariciando a Constanza, adormecida después de comer hasta hartarse—. Entonces nos vemos mañana.
—Sí, por supuesto, hasta luego.
—¿Ya tan rápido? —me pregunta Constanza, impresionada.
—Sí, amor —suspiro, dejando el celular sobre la mesa de noche—. Te dije que solo serían un par de días, que todo saldría rápido.
—Cada vez me impresionas más —se ríe, mirándome con ternura.
Acaricio su vientre con cuidado, deseando que el tiempo vuele y mi hijo nazca pronto. Aunque tengo controlado cada aspecto de la salud de Constanza, los embarazos son impredecibles.
—Mi hijo, nuestro perfecto hijo —susurro, emocionado.
—Sí, mi amor, nuestro hijo —sonríe ella—. Al fin tendremos un pedacito de nosotros.
—Una pequeña estrella, mi mayor triunfo —murmuro, sin poder contener la emoción—. No sabes cuán