La decisión resonó en el aire frío de la noche: "Busquemos a Nick". Las palabras de Liam fueron un ancla para Jade, una promesa de apoyo que, de alguna manera, alivió el peso insoportable de las verdades que Hywell había arrojado sobre ella. La plaza, antes un lugar de verdades dolorosas, se convirtió en el punto de partida de una nueva y desesperada búsqueda.
Liam encendió el auto, y esa vez el silencio no era opresivo, sino reflexivo, como melancólico. La dirección estaba clara, aunque el camino era incierto. Tenían que encontrar a Nick, vivo o muerto, para que Jade pudiera encontrar su propia paz.
—Necesitamos planear esto, Jade —dijo Liam, su voz tranquila, pero con un matiz de urgencia—, Hywell no va a hacernos esto fácil. Él no quiere que sepamos la verdad, ni que lo encuentres.
Jade asintió, secándose las lágrimas con la manga. El llanto había sido catártico, pero la determinación volvía a tomar el control de una Jade dispuesta a todo por saber la verdad.
—Lo sé, y lo que me di