La lluvia había cesado, dejando el aire limpio y la vegetación con un aroma terroso y fresco. La tenue luz de un farol cercano iluminaba la figura empapada de Jade, su rostro pálido, pero sus ojos brillando con una determinación feroz.
Nick, de pie bajo la sombra de un árbol, su cuerpo rígido por la tensión de la espera, la vio. Por un momento, creyó que era una alucinación, un producto de su desesperación.
—Hola, Nick.
La voz de Jade era un susurro ahogado, pero para él, sonó como la música más dulce que jamás había escuchado.
Los ojos de Nick se abrieron de par en par.
El cansancio, la angustia, la espera, el dolor de meses de separación, todo se desvaneció en un instante. Un grito ahogado escapó de su garganta, y corrió hacia ella, sin dudar.
—¡Jade! ¡Mi Jade! ¡Estás viva! —Sus brazos la envolvieron, apretándola contra su pecho con una fuerza desesperada, como si temiera que ella se desvaneciera en el aire.
Jade se aferró a él con la misma intensidad, sus manos se hundieron en la t