La noche dio paso a un amanecer pálido y tenso. La noticia del disparo en la mansión de Hywell, magnate influyente en la región y a nivel internacional, no tardó en filtrarse. A pesar de los esfuerzos de Hywell por controlar la narrativa, la policía estaba en camino. La fiesta, que había comenzado como un evento social de élite, había terminado en un charco de sangre y un escándalo que ni siquiera el dinero de Hywell podría acallar por completo.
A media mañana, el hospital se vio invadido por una presencia policial. Detectives de la Policía y, dada la notoriedad de Hywell, agentes federales de la Interpol con jurisdicción en casos transfronterizos y la posible implicación de un ciudadano estadounidense, llegaron para iniciar la investigación. Aunque la influencia de Hywell y la naturaleza del incidente atraían la atención internacional, Hywell lo ocultó con muchísimo dinero.
El primer interrogatorio fue para Jade, aún débil en su cama. Dos detectives, uno local y otro de Interpol, tom