Ella tiene una vida casi perfecta, y cuando me refiero a casi, es porque la perfección no existe, pero, si existirá su vida fuera el significado adecuado. Trabaja en una editorial, algo que le encanta. Ama los libros, tanto leer como escribir. Es una chica inteligente y muy agradable. Está a punto de comprometerse con su novio de dos años y medio, sin embargo, alguien de su pasado, alguien muy importante aparecerá en su camino justo en su compromiso. ¿Qué pasará? ¿Su vida seguirá siendo tan tranquila? ¿Podrá mantener su relación por sobre todas las cosas? Dylan Jones... El encantador Dylan, perdición de cada mujer que se cruza en su camino. Ahí donde la locura, la intensidad, la belleza y el placer, sobre todo el placer, alcanzan su más alto nivel. Él no va por la vida con rodeos, no tiene que pintarte un mundo de colores para llevarte a su cama, basta solo con que te mire y sonría. ¿Mujeriego? ¡Mucho!. ¿Enamorarse? ¡Eso nunca!. Su pasado le golpeó tan fuerte, que ahora, nadie es capaz de llegar a su corazón. Pero, hay una frase que dice: “el que no quiere caldo, le dan tres tazas” y vuelve a reencontrarse con esa persona.
Ler maisEntro a toda velocidad a casa. El reloj marcaba las siete y media.
—Joder —me quejo mientras corro por las escaleras. En media hora celebro mi compromiso. Bruno me pedirá matrimonio oficialmente delante de todas las personas que conocemos. Voy deshaciéndome de mi ropa y dejándola en cada rincón por el que camino. —¿En serio eres mujer? —resopla mi mejor amiga—. Tienes poco menos de media hora para arreglarte. —Tiempo suficiente —respondo llegando a mi habitación. —Media hora nunca será suficiente para que una mujer se arregle —bufa recogiendo el reguero que he dejado. Voy directo a la ducha y a toda velocidad me baño. Tengo muy poco tiempo. Al terminar me envuelvo en una toalla y voy en busca de la secadora. —Mejor dame. —Me quita la secadora de mis manos—. Cada vez te queda menos tiempo. Se preguntarán por qué estoy tan calmada en un día tan importante como este. Sencillo. Me encanta leer y escribir, y si utilizo dos horas en arreglarme, menos tiempo tengo para hacer lo que me gusta. Pensarán que no estoy feliz en mi relación. Si es así, están equivocados, yo quiero a Bruno y mucho, solo que casarme implica algunos aspectos en mi vida que no pretendo seguir. Uno, es dedicarme completamente a una casa y dos, salir embarazada. No quiero que mi vida sea planeada por otros. Quiero que esas cosas lleguen en su momento, cuando yo lo desee, cuando esté preparada. Después de algunos minutos estoy perfectamente peinada y maquillada. El vestido está precioso, me encanta. Tiene un tono carne, ajustado al cuerpo, con una manga que cubre mi brazo derecho, la otra está al descubierto. Me coloco unas sandalias de tacón exageradas del mismo color que el vestido. —Lista —comenta mi amiga Emily mirando el reloj. —Eres la mejor del mundo —le digo abrazándola—. Te amo. Somos la prueba de que la verdadera amistad si existe. Amo a mi mejor amiga. Es como esa hermana que la vida no me dio. Siempre está ahí para mí, no importa la circunstancia, ella no me fallará. Nos apuramos en salir de la casa, hasta que llegamos al auto. —Josh —le digo a mi chófer mientras paso a sentarme en la parte trasera de mi auto—. Por favor necesito llegar a las ocho. Josh mira a su reloj y hace una mueca. Yo río. No es la primera vez que estamos contra reloj. Y así, gracias a la ayuda de Emily y Josh llego a las ocho al hotel donde se celebrará mi compromiso. —Estás preciosa —expresa mi futuro prometido dándome un beso en la mejilla. Le dedico mi mejor sonrisa. —Ale —me llama mi madre—, ese vestido te queda genial. —Gracias mamá. —Me besa—. Por fin llega mi pequeña —comenta mi padre al estar muy cerca de nosotros. Bruno toma mi mano y hace que lo siga a un escenario decorado muy bonito con nuestra foto detrás. —Buenas noches a todos —habla en voz alta Bruno—. Creo que todos saben la razón por la que estamos aquí. He compartido dos años y medio con esta hermosa mujer, años en los que me he dado cuenta de que es perfecta, que quiero compartir con ella mi vida. No me imaginaría este mundo sin ti cariño. Él saca de su bolsillo un anillo precioso y se arrodilla. Es un momento emocionante—. Te amo Ale —expresa—. Quiero una vida contigo. Coloca el anillo en mi mano. Las personas a nuestro alrededor aplauden felices. Bruno se levanta y se acerca a mis labios para besarme. —Espero pronto mis nietos —expresa mi padre. Y eso cae como agua helada sobre mí. Si quiero tener hijos, pero, no quiero que me lo impongan. —Te enseñaré como tener feliz a tu esposo —comenta cerca de mí, mi madre. Mi madre es criada a la antigua. En la forma que cree que una mujer solo vive para satisfacer a su esposo y para engendrar vida. Que nuestro lugar es solo en la casa, a esperar que el esposo te ponga todo a tus pies. ¡No!. No pienso esperar a que me mantengan mientras yo me quedo en casa eligiendo el menú de la cena y pidiendo té. Voy a seguir trabajando, valiéndome de mí. No voy a vivir para satisfacer a mi esposo, voy a luchar junto a él. No voy a embarazarme automáticamente después que me case, voy a dejar que eso suceda sin forzarlo. —Iré un momento al baño —digo. No sé exactamente dónde se encuentra el baño, pero necesitaba salir de ahí. Me encuentro con una persona en mi recorrido. —Hola, podría indicarme dónde está el baño —pregunto. —Ahí señorita —me señala el joven. Al entrar al baño, lo primero que hago es echarme agua en la cara. Al demonio el maquillaje. Si tan solo fuese una chica que no tuviera recursos, me animarían a trabajar, a hacerlo mejor cada día, pero como tengo algunos privilegios económicamente solo piensan en que me case con un hombre importante y que tenga hijos. Se siente un ruido en la puerta y entra una chica. —Hola —saluda mientras se coloca en el lavado de al lado. —Hola —le devuelvo el saludo. Tomo una toallita, me seco las manos. El maquillaje sigue ahí. Y si se hubiera caído me hubiese importado poco. Camino hasta la puerta y la abro. Al salir me giro un poco para cerrarla nuevamente. La chica aún está adentro. Vuelvo a virarme para caminar hasta la fiesta. No me di cuenta de que la tira de mis sandalias de tacón estaba un poco suelta. Me fijo en eso y antes de bajar a amarrarme bien las sandalias choco con alguien. —Disculpa —digo antes de mirar a la otra persona. —Alessandra —expresa la otra persona. Reconozco esa voz. Lo miro a los ojos. Siento mi corazón latir eufórico, las piernas se me aflojan un poco y las manos comienzan a sudarme. Es él. Lo he vuelto a ver después de tantos años. Mi primer amor, mi primer novio, mi primera vez. Una lágrima resbala por mi mejilla. Lo extrañé tanto. Mi historia con él fue hermosa. Y si nos separamos fue porque mis padres me llevaron lejos. —Dylan —pronuncio bajito. Él, con el reverso de sus dedos limpia mi lágrima—. Sigues estando igual de hermosa y buena —comenta recorriéndome con la vista de arriba abajo. Se acuclilla y me amarra bien la tira de la sandalia. Está tan guapo. No puedo dejar de observarlo. Tiene su pelo revuelto y está más fuerte. —Guapo —escucho a una chica que se acerca a nosotros. —Te espero en diez minutos afuera —expresa. —Estás loco —comento—. Ahí adentro está toda mi familia, celebro hoy mi compromiso. Esas palabras caen como agua helada sobre él. Está furioso, puedo verlo en su mirada. —Guapo —vuelve a decir la chica. Es la que entró al baño—. Vamos a lo que vinimos. «Vamos a lo que vinimos», eso solo me suena a algo. Dylan le sonríe, condenadamente sexy y siento como todo en mí arde de los celos. —Vamos muñeca —expresa. Me detengo a pensar unos instantes. Necesito que hablemos. Dylan se acerca para darme un beso en la mejilla. —Espérame en cinco minutos —le susurro. Vuelvo con mi familia. Todos bebían y celebraban feliz. —Cariño —expresa—. ¿Dónde estuviste? —En el baño amor —comento—. No me siento muy bien. —¿Quieres que te lleve a tu casa? —pregunta acercándose más a mí. —No —digo rápido. Automáticamente rectifico y hablo más despacio—. Quédate con ellos y discúlpame. Descansaré toda la noche, me duele mucho la cabeza. —¿Estás segura, cariño? —dice—. Yo puedo llevarte. —No amor —expreso—. No vamos a arruinar este día. Disfruta lo que queda de noche, siempre estás trabajando mucho. Nos despedimos con un beso. Salgo del hotel. Observo a Dylan un poco más adelante. Voy a acercarme a él. —Señorita —me llama Josh—. Yo la llevo a casa. Josh trabajó hace muchos años para mi familia antes de marcharnos a Seattle. Luego de regresar ha vuelto con nosotros. Ha sido incondicional. No quiero tener problemas, así que mejor le cuento. —Sucede algo Josh —le explico—. Necesito ver a alguien.—Él me mira extraño—. ¿Puedes mantenerme el secreto? No responde y yo ingenio una nueva estrategia. —No estoy metida en problemas —le explico, pero él sigue sin responderme—. ¿Te acuerdas de Dylan? —le pregunto. Él hace una mueca, acaba de acordarse. —Aquel novio que tuviste... —dice —Sí —confirmo—. Me acabo de encontrar con él. Necesitamos hablar, aquella vez me fui sin despedirme. —Está bien señorita yo la cubro —comenta al fin—. Puede contar con toda mi discreción. —Yo me iré con él —le digo—. Ve a casa y descansa. Si mis padres llegan a casa y no te encuentran harán millones de preguntas y no quiero eso. —Cuídese —me dice. —Gracias Josh —me despido. Alcanzo a Dylan. Estaba apoyado en la parte trasera de su auto, con sus manos en los bolsillos. Cada paso que doy es bajo su intensa mirada. Todos mis sentidos se revolucionan y vuelvo a sentirme como hace algunos años. —Vamos —le digo cuando me sitúo al frente de él. No dice nada. Me observa. Y es increíble como siento nervios, después de tanto tiempo. —¿Estás segura? —interroga mirándome atento—. A partir de ese momento donde subas ahí —Señala su Audi—, no sé qué es lo que pueda pasar. No contesto. Subo al auto. Lo extrañé demasiado. Él emprende el camino a algún lugar. — ¿Cómo es eso que te comprometiste? —pregunta. —Sí —contesto llevando mi mirada hacia él—. Llevamos dos años y medio de relación. — ¿Te volviste a enamorar? —inquiere—. Dicen que uno puede enamorarse en la vida varias veces, pero de diferentes formas. —No lo creo así —contesta—. No me enamoré nunca más. Tampoco tengo planeado hacerlo. Aquel tres de diciembre marcó mi vida para siempre. Dylan perdió a uno de sus amigos, Gael. Yo ni siquiera pude acompañarlo, mis padres me llevaron a Seattle, fue una mudanza repentina, aún hoy no sé las causas que los llevaron a irnos. —Lo siento —expreso—. Siento mucho no poder haber estado contigo ese día, siento haberme marchado sin despedirme. No sabía que cuando llegaría a casa tendrían todo listo para un viaje, un viaje que tenía pasaje de ida sin regreso. —Ya pasó —comenta serio—. No vamos a cambiar lo que pasó lamentándonos. Lo miro, no sé ni que decirle. Por mucho que me disculpe no voy a cambiar los hechos. Él detiene el auto de pronto. Agarra mi cuello y me empuja hacia él. Durante segundos solo apoyamos nuestras frentes, pero, hay algo mucho más fuerte y hemos acabado besándonos.Contado por Aiden StoneHace algunos años me convertí exclusivamente de una sola mujer. Años en los que no he dejado de follar en cada puto lugar que se me antojara. Años en los que me he comido el mejor postre que pueda existir. Años en los que mi boca solo han disfrutado de un par de tetas. Años en los que mi erección solo ha entrado a un coño. Años en los que escuché los gemidos de una sola persona. Años haciendo correrse y yo corriéndome con la misma mujer. Y ¿saben qué? No me he aburrido ni un maldito día. Ella está hecha a mi medida.Lo que pienso hacer hoy, no es porque necesite estar con otra persona. Yo conocí tantos coños como pelos tengo en mi cabeza y sigo afirmando que el de mi mujer es el que me encanta y me trae loco. Lo que estoy a punto de hacer es un puto juego, una forma de provocarla y volverla loca.Me deshago de mi ropa y me siento en la cama, con la espalda apoyada en la cabecera. La pelinegra se acerca a mí solamente unas bragas. Agarra con sus manos mi sexo y
Final de la trilogía ✓Narrador:La mansión Stone celebra la mayor reunión familiar de la historia. Las mujeres de la familia, la madre de Aiden y la de Keira, la abuela de Eileen, la madre de Dylan y de Alessandra, estaban sentadas en unos sofás que habían en el jardín de la mansión contando viejas historias de sus hijos. La madre de Alessandra desde que había regresado de su recorrido por Roma, estuvo de acuerdo con Michel de que su relación no daba para más, así que apoyó la decisión de su ex marido de retomar su relación con Helen, la mamá de Dylan. Por otra parte está completamente loca por su nieta, le pidió disculpas a Alessandra por no haber estado cuando más la necesitó. Y, no sé si surgirá algo más, pero entre Leon y ella se cruzan muchísimas miradas desde que se conocieron.Saliendo por la puerta trasera que da acceso al patio, conversando muy a gusto, estaba el padre de Aiden, el de Keira, Michel y Leon. Tenían en mente algún negocio juntos, pero aún no se ponían de acuer
El aplauso de todos hace eco en el local. Volvemos a acercarnos, empezamos rozando nuestros labios y poco a poco el beso se torna adictivo.Me separo de él lentamente. —Todavía tienes algo que hacer — le digo. Él me mira esperando que continúe hablando. Separo una silla de la mesa y me siento. Tomo el borde del vestido y lo voy subiendo con cuidado. Él me hace una mirada levantando las cejas tipo “estás sin bragas”. No soy tonta, pudo subir el vestido perfectamente hasta la cinta sin que se vea absolutamente nada. Al fin le dejo ver la cinta, el sonríe. —Quítala —expreso autoritaria—, con la boca. Agachado lleva su boca hasta la parte del muslo dónde está la cinta. La toma con los dientes y comienza a bajarla por mi muslo hasta que la quita. Colocan la música y la fiesta apenas comienza. Nos acercamos a Helen, Kassandra, Michel y Leon, ellos estan con nuestra pequeña. Mi hija llama la atención de sus abuelos. — ¿Dónde está la preciosa de mami? —expreso cuando me acerco a ella. El
Caminamos los tres hasta que salimos del hotel. Ahí me esperaban las chicas. Michel me da un beso en la mejilla y se marcha. Imagino que la boda será en la playa, porque las chicas tampoco llevan zapatos. Agarro del brazo a Leon y las chicas se colocan delante de nosotros. Caminamos un tramo hasta que llegamos a un punto dónde ya podía observar a mi hombre con mi pequeña en brazos. Comienza la música Fantasy de Black Atlass indicando que es hora de ir hacia el amor de mi vida. Las chicas emprenden el camino. Nosotros le siguimos. Reparo en todos, que llevan una sonrisa en su rostro. Un brisa fuerte hace que los cabellos de mis niñas se muevan y junto con ellos la apertura del vestido se haga más pronunciada. Eso no pasa desapercibido por los ojos de los chicos, quienes estaban ahi al lado de Dylan. Liam tenía en brazos a su hijo Logan, en frente de Aiden estaban sus dos hijos y Enzo simplemente con las manos en los bolsillos. Michel también acompaña a Dylan. Las chicas llegan hasta
Él se lanza a mis brazos y vuelve a besarme. Se separa de mí, coge el teléfono en la mesita y marca un número.—Su respuesta fue Sí—comentó por teléfono y colgó.Automáticamente se levanta de la cama y empieza a vestirse.—Vístete —expresa—. Las chicas están por tocar la puerta. Nos casaremos ahora.¡¿Qué?! — ¿Qué? ¿Ahora? —Él se acerca a mí afirmando con su cabeza.—No puedo esperar más para hacerte mi mujer —dice y me da otro beso.Tocan la puerta, así que me levanto rápido de la cama para vestirme. ¿Qué es una locura? Sí, lo sé, pero nuestra historia jamás ha sido cuerda. Así que a vivir al máximo que el tiempo vuela.—Estaré en la habitación contigua — me dice mi futuro marido—, y te espero en el altar.Tomo su mano y lo atraigo hasta mí, vuelvo a besarlo antes de que abra la puerta.—Creo que necesitaré otra sesión de sexo —le digo haciendo que sonría muy sexy—. Ahora la nerviosa soy yo.—Espera que el juez nos declare marido y mujer —expresa cerca de mi boca—, que no te podrás
Llevo minutos en un auto, no sé quiénes son o hacia donde me llevan. Nadie pronuncia palabra alguna. Tengo miedo, pero no puedo demostrárselos. Lucharé con todas mis fuerzas para encontrar a Emily y salir de aquí. El carro se detiene.—Hemos llegado —dice alguien—. Llévala con el jefe.¿Jefe?Unas manos agarran mi brazo izquierdo y me dirige hacia algún lado. No hay rastros de brusquedad. Escucho una puerta abrirse, me dirigen cuatro pasos más y me sientan en una silla. Lo próximo que escucho es la puerta cerrarse.Me pone nerviosa no poder ver absolutamente nada. Doy un brinco cuando pasa algo ligero por mi piel. Recorre mis muslos, mis manos y mi cuello. Trago saliva nerviosa. Siento un hielo sobre mi cuello, suspiro brusco, el hielo se resbala hasta el medio de mis senos, ahí se detiene por el sujetador, próximo a derretirse. Y entonces la boca de alguien besa mi cuello. ¡Y no sé por qué carajos no me desagrada! Dylan me habrá convertido en una ninfómana o qué ¡Me han secuest
Último capítulo