96. Atraída al vacío
Zoe
Manejé hasta casa en piloto automático y cada escalón del edificio requería un esfuerzo enorme de mi parte para avanzar. Cuando abrí la puerta del apartamento, el olor familiar a café recalentado y medicinas me golpeó y fingí una sonrisa, aunque ni siquiera recordaba haberme visto al espejo antes de bajar del auto.
Mamá estaba en la sala, pero no en su posición habitual junto a la ventana sino frente a la televisión encendida en el canal de noticias. En la pantalla, un periodista hablaba frente al hospital.
"...la señora Roxana Di Marco permanece hospitalizada tras el incidente del fin de semana. Y aunque no se han dado muchos detalles, los médicos esperan su pronta recuperación..."
Mamá pulsó el botón del control remoto y luego me lo lanzó al pecho con violencia. La pantalla se apagó y ella se acercó despacio en la silla.
—¿Qué carajo hiciste? —me preguntó, y su voz tenía esa calidad metálica que precedía a sus peores explosiones.
Me quedé congelada en el umbral, una parte de