62. Inconfesable

Alessandro

Estaba por volver al comedor cuando mi padre apareció en la entrada de la cocina con las llaves del auto en la mano, parecía hastiado del drama familiar.

—Nos vamos —anunció—. Es tarde y mañana hay que trabajar. Espero que tengas un espacio antes de volver a tu empresa para que conversemos.

Mi madre me dio una palmada en la mejilla. Algo en sus ojos me puso en alerta.

—Sí, es hora —murmuró, pero no se movió.

Mi padre besó a Bianca en la frente y antes de salir, mi hermana me lanzó un beso al aire como despedida e hizo un gesto con el dedo cortando su cuello que casi me hizo reír.

—Camminamos insieme (Caminemos juntos) —dijo al fin, pero se detuvo cuando vio a Roxana salir con el rostro húmedo y los ojos rojos—. No salgas, el frío te hará mal.

Las vi despedirse y le susurró algo que hizo a Roxana asentir y recibir sus besos con una sonrisa tensa.

No pude quedarme, porque mi madre hizo que la acompañara hasta la entrada, donde el conductor ya esperaba con los demás en e
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