38. Revelaciones que destrozan
Alessandro
Quién iba a decir que mi venganza contra mi padre sería tan redituable. La alianza nos había conseguido la modernización de un proyecto residencial en Roma.
Uno de esos planos ocupaba la mesa de reuniones cuando vi al chico de los recados tras la puerta de cristal.
—Lleva este paquete hasta las manos de Roxana… Di Marco. —Puse la mano sobre los fajos de billetes dentro de la pequeña caja y el chico asintió—. Si ella no está, la esperas. En sus manos, ragazzo.
Salió sin hacer preguntas.
Consulté mi reloj. Tenía media hora antes de mi cita con Dana. Le envié una copia de los resultados de las pruebas que me hice, y pedí una segunda opinión médica de su parte sobre el proceso y después de ver a Roxana en ese estado supe que hice bien.
Cerré la laptop y consulté mi reloj otra vez. Si quería llegar puntual a mi cita con Dana, tenía que salir ya. El tráfico hacia el distrito médico siempre era denso a esta hora, y ella no toleraba retrasos.
Su consultorio contrastaba con la ester