Era sábado, hacía semanas que Lucya había hablado con Dima por teléfono, solo con su amigo de la infancia se sentía con la libertad de decirle absolutamente todas sus sospechas, y mejor aún, de pedirle que le ayudara a investigar.
—No lo sé Lucya, deberías dejar que Vladimir se ocupe de todo esto.
—Dima, tu hermano simplemente dice que sabe que Emiliano es un espía, pero yo creo que podemos tener la certeza si logras ingresar a su teléfono móvil, nunca se despega de él, dime, ¿en el clan no tienen algún aparato o algo con el que logren ingresar?
—Claro que hay aparatos para intervenir líneas, solo deberíamos saber la clave del móvil, pues su número de teléfono ya lo tienes.
—Perfecto, sé cuál es la clave, lo vi desbloquear su móvil más de una vez.
—Aun así, no entiendo qué es lo que quieres conseguir Lucya, lo acabas de decir, mi hermano ya sabe que es un espía. —la joven puso los ojos en blanco aun a sabiendas de que Dima no la podía ver.
—Quiero saber qué tanto es lo que sabe del cla