Mundo ficciónIniciar sesiónPasaron tres lunas. El tiempo, que antes se medía en crisis, ahora fluía al ritmo de la construcción y el crecimiento. La primera cosecha de las Semillas del Sol fue un evento que rozó lo religioso. Los tallos de maíz eran más altos y gruesos, las calabazas eran de un tamaño prodigioso y los extraños tubérculos que crecían bajo tierra —las papas— resultaron ser una fuente de alimento abundante y deliciosa. El hambre fue derrotada, y con ella, el último vestigio de duda sobre la divinidad de Nayra.
La ciudad de Nueva Aztlán se levantaba del valle, sus murallas de piedra y madera un testimonio de la unidad de tres pueblos. Las calles, diseñadas por Nayra, eran anchas y ordenadas. Se había construido un acueducto rudimentario que llevaba agua limpia desde un afluente del río hasta el centro de la ciudad, una maravilla de la ing







