Llegamos a la comisaría y, después de esperar unos minutos, el comisario nos llamó.
Se presentó como comisario Felipe Ramos, un hombre de mediana edad, serio y con pinta de ser bastante eficiente.
Nos condujo a una sala y colocó un informe y algunas pruebas sobre la mesa, incluyendo un bidón de gasolina.
—Los bomberos trajeron el informe y las pruebas —comenzó el comisario Ramos, señalando el bidón—. Lo encontraron a unos metros del edificio. Solo fue posible porque una vecina vio a un hombre salir corriendo y tirar el bidón lejos.
Sentí la rabia subirme por dentro.
—¿Encontraron al hombre? —pregunté, tentando mantener la calma.
El comisario asintió.
—Encontramos su cuerpo hace dos horas. Lo identificamos por las cámaras de seguridad cerca del edificio. Era un fugitivo conocido como “Gaviota”.
Entonces se giró hacia Ariel.
—¿Conocías a este hombre?
Ella negó con la cabeza.
—No, nunca he oído hablar de él.
El comisario siguió:
—¿Has tenido alguna pelea con alguien últimamente? ¿Alguien