Ella me observó un momento y luego sonrió, y aquello me dio un alivio inmediato.
—Puedes quedarte aquí en la cobertura conmigo —continué—. Yo tampoco estaba aguantando más ese edificio.
Ella volvió a sonreír, suave y cálida.
—Aguantaste bastante tiempo allí, pero no voy a vivir contigo.
Suspiré, tirando de ella para outro beso, prolongando ese instante íntimo.
—Después resolvemos eso —murmuré contra sus labios.
Me levanté y la hice levantarse también, agarrando su mano con firmeza mientras la llevaba de vuelta al dormitorio.
Me tumbé en la cama y la atraje hacia mis brazos con cariño, sintiendo cómo se acomodaba y se relajaba encima de mí.
Nos acurrucamos en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Poco a poco sentí que ella empezaba a dormirse, quizá por el agotamiento de todo lo que había pasado.
Pero mi mente, sin embargo, se negaba a hacerlo. Algo dentro de mí decía que ese incendio había sido provocado.
(Thomaz)
Nueva York
Lanzo un puñetazo firme al rostro del homb