Stavri observó a su esposo con atención. Había algo en la intensidad de su mirada que la inquietaba, pero, al mismo tiempo, sentía que debía mantenerse firme. Nunca lo había enfrentado directamente; siempre había preferido evitar los conflictos. Sin embargo, esta vez era diferente. Tenía claro que no permitiría que volviera a tomar decisiones que dañaran a su hija.
Él permanecía sentado, silencioso, como si evaluara cada uno de sus movimientos. Ella, sin decir nada más, se acercó con calma y le sirvió un café, buscando equilibrar la tensión que flotaba en el ambiente.—¿Vas a acabar de decirme lo que te contó la niña? —preguntó al fin, tratando de mantener una calma que no le era del todo natural—. ¿Qué es eso de que se casó? ¿Con quién? ¿Te dijo?Stavri se t