575. UNA CONVERSACIÓN ENTRE DOS
MAXIMILIANO:
El motor ruge y el auto se lanza hacia la carretera como si reflejara la prisa que Coral lleva en el alma. La tensión en el aire es casi palpable, pero no puedo apartar la mirada de ella. Cada palabra que pronunció hace unos segundos resuena en mi cabeza.
—Thea mu, dime qué quieres decir con eso —insisto, intentando mantener el control mientras conduzco.
Ella gira hacia mí, una sonrisa burlona en su rostro, esa que siempre logra desconcertarme. Su actitud está llena de esa mezcla de desafío y dulzura que me vuelve loco.
—Deja de mirarme así —responde, riendo con fuerza—. Está bien, lo dije porque todavía no me has dominado por completo. Cuando haga la ceremonia contigo, me dominarás a tu antojo. Aunque te advierto, si te pasas de la raya… te muelo a golpes.
Su risa es contagiosa, pero su comentario tiene un trasfondo que me obliga a mirarla con más atención. ¿De verdad teme que abuse de ella de alguna forma? Veo un destello en su mirada, uno que no estoy acostumbr