FABRIZIO:
Luigi, quien desde el inicio parece haber mantenido un poco más de cordura, se acerca lentamente a él, las lágrimas aún presentes en sus ojos, pero su voz ahora apenas es un susurro.
—Gerónimo, no te asustes. Todavía lo estamos estudiando. Pero creo que no sería mala idea, si se me permite opinar —sigue hablando Rossi, dirigiéndose a mis padres—. Que los críe Luigi es la mejor opción para esos niños. Ustedes tienen un largo camino por delante y deben estar cuidando de ustedes mismos. —¡Sólo permitiré eso si se vienen a vivir con nosotros! En eso no voy a ceder —dice mi padre con firmeza. —¿Enzo? —pregunta Luigi, mirándolo tímidamente—. ¿Estás de acuerdo? —Sí, claro que sí, cariño —se apresura a aceptar Enzo, f