Me preocupa mucho esa doble que me ha salido. No lo puedo entender, ¿cómo puede alguien, sin ser de mi familia, parecerse tanto a mí? Hasta yo me confundí, parecía que me estaba mirando en un espejo.
—Cielo, Cielo… —la voz de Gerónimo me saca de mis pensamientos—. ¿Qué te pasa, cariño?—Eh… —reaccioné mirando a mi esposo—. Disculpa, Gerónimo, no logro entender cómo esa chica se parece tanto a mí.—Ni yo tampoco, Cielo mío —contestó de inmediato—. Si no llega a ser por el tatuaje en su mano derecha, los Mano Negra no te hubieran ayudado. Fue una locura eso que hiciste de entrar sola; no lo vuelvas a hacer. Tenías que entrar con refuerzos, querida.—Es que todos estaban luchando, y yo vi que ella entró con dos —dije, tratando de disculparme—. Fabrizio insist&iacut