Gerónimo la observa queriendo complacerla. Cualquier otra mujer en su lugar ya estaría de pie, poniendo su ropa, pero ella sigue desnuda en la cama, mirándolo fijamente.
—Pero, mi cielo, será tu primera vez; deja que te consienta, amor —le pide Gerónimo, llenándola de pequeños besos en las manos.—Hazlo aquí, no importa en qué lugar sea, lo que importa es que eres tú —le dice Cristal con una mirada tierna y deseosa, sonriéndole. Gerónimo la mira y no sigue insistiendo. Ella se percata de que está ganando, por eso lo acaricia al tiempo que le susurra, tirando de él para besarlo—: quiero que sigas, pero por favor… no me lastimes. Cristal le atrapa los labios temerosa, al tiempo que sigue tirando de él. Él sin detenerse a pensar si era correcto o no, solo con el deseo de complacerla, en lo que piensa: Gerónimo,