41. UNA SORPRESA INESPERADA
Gerónimo la observa sin poder creer que haya tenido tanta suerte con su esposa. ¡Pero si se iba a casar! Y no solo eso, le dijo que llevaba una relación con el tipo durante cinco años. Suelta el aire, pensando que es imposible y que tiene que ser otra cosa. Sí, está seguro de que lo que sospecha es imposible, pero por si acaso, decide preguntar:
—¿Por casualidad, es tu primera vez, mi cielo?
—S... sí —responde Cristal, casi en un susurro, soltando todo el aire que tenía retenido y escondiendo su cabeza en su hombro, toda colorada, al tiempo que le pregunta, como una niña temerosa—: ¿Me va a doler? Tengo mucho miedo.
Cristal suelta todo su aire mientras piensa aliviada: ¡Dios, menos mal que al fin se dio cuenta! Porque en verdad está aterrada. Siente el miembro de Gerónimo, muy grande y grueso, apoyado en su centro. No cree que eso quepa dentro de ella, y si sucede, le va a doler, de seguro, mucho.
Gerónimo al escucharla se detuvo en seco, mirando a su esposa, toda colorada y escondi