Fabrizio suspiró profundamente. Sabía que este no era solo un problema marital. Si Rosa estaba jugando algo detrás de las sombras, implicaba riesgos no solo para Giovanni, sino para toda la familia.

—No sé explicarlo, Fabrizio —Giovanni sacó el pequeño puñal que siempre cargaba con él y comenzó a jugar pasándolo por sus dedos, algo que hacía cuando estaba muy nervioso—. El día que nació Guido, ella fue a encontrarse con su hermana Rosalía, que también estaba embarazada de siete meses. A Rosa todavía le faltaban dos semanas para tener al bebé. De pronto desaparecieron en una tienda en el centro; escaparon de mis hombres. Luego de que me volví loco buscándolas, aparecieron en la noche en aquel hospital. Le habían hecho una cesárea y sacado a Guido.

Fabrizio lo miró en silencio, dejando que las palabras de