Coral lo miró por largo rato, volvió a abrazarlo y besarlo, para luego salir de sus brazos y sentarse a su lado. Maximiliano alzó el rostro, buscando los ojos de ella con una obstinación indomable.
—Lo único que te prometo es que no dejaré que pase nada, Coral. Y si llega a pasar, iré a donde sea necesario para encontrarte de nuevo —dijo con firmeza.Ella no respondió. Simplemente dejó que su cuerpo se hundiera una vez más en ese abrazo que juró no volver a aceptar, pero del que ahora no podía renunciar.—No quiero ser tu novia —dijo de pronto.—Ya lo eres —contestó Maximiliano, firme.—Olvida todo lo que te dije antes —replicó ella, molesta al ver cómo él negaba su desesperación—. ¡Gatito, ayúdame…!—Eso pretendo hacer, Thea mu —dijo él sin ced