357. DOMINIO Y ENTREGA
El beso se intensificó, un baile de lenguas y suspiros, su reflejo en el espejo era un testigo mudo de una conexión que desbordaba la habitación. Cada movimiento estaba cargado de promesas, y ella se dejaba llevar, sintiendo cómo su corazón latía al ritmo de una pasión que crecía sin límites.
—Juntos, —murmuró ella, rompiendo el beso por un momento—. Vamos a hacerlo juntos.
Gerónimo sonrió, una chispa de complicidad en sus ojos oscuros. La adrenalina de la acción y el deseo se entrelazaban en el aire a su alrededor. Con cada paso, cada roce, se acercaban más a la realización de ese amor verdadero que les pertenecía. Luego envolvió su largo cabello en su mano y con la otra la obligó a inclinarse hacia delante hasta la meseta del baño, y a continuación metió su mano en la braguita de Cristal para presionar su coño con sus dedos y seguir su recorrido hasta la entrada de su ano. Arrancó con furia su braga, y sin previo aviso le asestó unas fuertes cachetadas en el trasero al tiempo que la