Gerónimo y Cristal han regresado a la casa del doctor Rossi, escoltados por Filipo, que se ha quedado al mando de todos los hombres en la ciudad, mientras su padre se encarga de una operación en Sicilia. Al llegar, ven a Guido jugando con su hijo, feliz.

—Felicidades, Guido —dice Filipo, entrando junto a los demás—. Me alegra que lo encontraras. ¿Ahora, cuándo te casas?

—Gracias, mi primo —dice Guido mientras abraza a su primo—. Pero todavía Cecil no se decide, tiene mucho miedo de mamá.

—¿De la tía Rosa? ¿Por qué? —pregunta Filipo, sin entender.

—¿Gerónimo no te contó que fue ella la que raptó a mi hijo? —pregunta Guido de inmediato.

—No he tenido tiempo, Guido. Cuéntale todo mientras nosotros nos damos un baño. Estoy cansado, dormiré —responde Gerónimo a su lado, tomando a Cristal de la mano y alejándose con ella.

El aire de la casa del doctor Rossi estaba impregnado de una mezcla de preocupación y alegría. Gerónimo sentía cómo su corazón latía con fuerza; la visión de Guido y su pe