Anastasio mira a su jefe mientras niega con la cabeza, asegurando que no han vuelto a poner micrófonos y que todos los cristales instalados en las ventanas impiden escuchar algo.
—Creo que es tiempo de que aclaremos todo con los Garibaldi —dice finalmente.—Está bien. Retírate y no olvides mandar a cuidar el hospital de los Garibaldi; no quiero que a mi hija le pase nada —dijo pensativo—. Una última cosa, ¿localizaste al tal Jarret?—Todavía no, jefe, pero estoy cerca —contestó mientras se alejaba, dejando al Greco sumido en sus pensamientos.El Greco permaneció un momento reflexionando sobre la habitación que había presenciado tantas decisiones. Aunque las rivalidades entre familias mafiosas eran complejas, reconoció que, en tiempos de incertidumbre, a veces era necesario construir puentes con enemigos.La relación con los Gari