Yelena

Al llegar al bar, una pancarta y muchos globos me dieron la bienvenida.

—Te echaremos de menos, Yel —Cristine,, la compañera que me había recogido en mi casa, me dio un cálido abrazo.

—Yo también os echaré de menos.

Les había contado que iba a volver a mi antigua ciudad para que mi hijo se criara allí con su familia. Afortunadamente no hicieron más preguntas, siempre había sido muy reservada con mi vida privada.

—Un brindis por Yelena, que allá donde vaya se cumpla todos sus sueños —el señor Scott, mi jefe, levantó su cerveza después de dejar una en mi mano.

Brindamos y todos me dieron sus mejores deseos.

La verdad es que era agradable estar en un ambiente tan relajado con ellos. Nada de cuentas, llamadas, clientes... Aquí éramos solo un grupo de conocidos divirtiéndose.

—Y entonces agarró la cerveza y me la echó por encima —un compañero estaba muy animado contando cómo conoció a su esposa —.Cuando se dio cuenta de su error y que no era yo el que le había tocado el trasero, s