Yelena
—Jason,¿qué haces aquí? —pregunté extrañada.
—Hola Luna.Alfa —su formalidad me hizo entender que estaba ahí en calidad de beta —.El preso ya está listo.
—Gracias , beta.
El moreno se echó hacia un lado para que pudiéramos entrar.Izan lo hizo primero y después lo hice yo.
La sala era pequeña, sin ventanas, de piedra y cemento como el resto de la edificación y con un fuerte olor férreo que identifiqué al instante como sangre.
En frente de nosotros se encontraban tres cubículos con rejas que ocupaban todo el ancho de la habitación.Se veían como las celdas típicas que salen en las series policiacas pero más pequeñas.En el cubículo de en medio distinguí a un hombre.Estaba tan cubierto de sangre y suciedad que era difícil distinguir sus rastros pero no tuve dudas, era Frank.
—Pero mira a quién tenemos aquí.Ha vuelto la hija pródiga —me había reconocido en cuanto escuchó mi voz, o tal vez antes, al llegarle mi olor.
Me acerqué varios pasos con la barbilla en alto.
—Hola, Frank. Parec