Destino.

Kael.

Comandando el grupo de soldados a falta de un comandante para que quedara a cargo, decidí buscar entre el más fuerte de la manada alguien que pudiera ocupar dicho lugar.

No es fácil dividir mis tareas en dos y ocuparme de ambas partes, como también sé que no lo es para Teo al tener que ocuparse de mis labores cuando yo estoy aquí.

Los veía entrenar, ir y venir, luchar, derramar mucho sudor durante el trayecto. Pero aún así ninguno estaba calificado.

Decidí dejarlos que siguieran con su entrenamiento mientras iba por un poco de agua a la prisión que estaba solo a unos pasos. La cual debido a que la supuesta amenaza mayor estaba controlada, ya no era tan requerida la asistencia de guardias.

—Son todos unos debiluchos —escuché decir a una mujer, la cual me recordaba un pendiente sin resolver.

—¿Que puedes saber tú de fuerza —contesté mientras mojaba mi rostro, sin querer darle la absoluta atención.

—Que sea mujer no quiere decir que no posea una fuerza superior a tu equipo de sol
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