KAEL
Me quedé congelado.
Claro.
El corazón latiendo a punto de desgarrarme el pecho.
Un suspiro.
Un crujido en el aire.
Un destello ardiente en la columna.
Y el mundo se desvaneció a mi alrededor.
Estaba allí, de pie en el bosque, descalzo hundido en el musgo húmedo, la frente cubierta de sudor, listo para aullar a la luna cuando sucedió.
Lo sentí.
No como un simple escalofrío.
No.
Como una deflagración.
Una desgarradura.
Un grito sin garganta.
Un fuego que se enciende en las entrañas, pero no para mí.
Para ella.
Ella.
Mi alma gemela.
Mi quemadura.
Mi maldición.
Ya no está sola.
Ya no lo está.
Alguien… algo… la ha tocado.
Desde adentro.
Caí de rodillas. Un gemido se me escapó, gutural, inhumano. Mi lobo se levantó bajo mi piel, arañando mis entrañas, listo para saltar. Un rugido antiguo, arcaico, brutal.
Mi aliento se cortó.
Mis pulmones se negaron al aire.
Porque lo viví a través de ella.
No como un sueño.
Como una visión directa. Una inmersión. Una trance.
Él la tomó.
No por la fuer