CAPITULO 95 Todos te queremos, Tina.
—Es nuestra pequeña—la voz de Kaleb desde la puerta las interrumpió— Hazlo—indicó a Jace— Ahora, todos adentro. No quiero seguir tomando alcohol, y lo haré si tengo que escuchar más sandeces.
Todos ingresaron, y Kaleb saludó a Aidan y Sharon, y luego se puso delante de Jace y Tina, que iban de último.
—Quiero advertirles que nuestra madre está en su estado de perra snob más puro. No deja de hablar de Liz. Debes agradecer a Beatrice, que logró que se fuera hace dos días. Amenazó a nuestra madre con poner cosas horribles en su lechuga—rio con ímpetu.
—No se preocupen por mí—dijo Tina, tragando saliva y elevando el rostro como para demostrar un valor que no sentía.
—Por el contrario, preciosa. Me preocupo. Pero no vamos a dar importancia ni demostrar que nos molesta.
—No, no. El secreto es no demostrar que te afecta, Tina— Kaleb le guiñó el ojo— Vas a aprenderlo con el tiempo. Pégate a las otras.
El almuerzo transcurrió sin mayores inconvenientes. La advertencia y consejos dieron sus fru