Jace respiró lento y recostó su pecho a la espalda de Tina, dejando su virilidad inserta en lo más profundo, sin presionar ni empujar, dejándose arrastrar por las maravillosas sensaciones de estar adentro de la mujer con la que había fantaseado por tanto tiempo.
Atento a cada una de sus reacciones, había sentido su corazón alborozado al notar su entrega sin restricciones y la pasión que se expresaba en su mirada, abrazos y besos. Contenerse para no apurar la fricción y que su miembro no se deslizara en su apretado canal como un pistón enloquecido requirió toda su compostura y preparación tántrica. Este era el momento para el que se había preparado toda su vida adulta, se dijo. No malgastaría ni un segundo de su encuentro apurando las exquisitas emociones que Tina le arrancaba.
Sintió su virilidad duro y pulsando dentro del centro caliente y vibrante, y con lentitud movió su cadera en una cadencia morosa que arrancó suspiros en ella e hizo que él apretara sus dientes. Un estremecimient