—Los iremos testeando, gatita. No haremos nada que no desees, te lo prometo—su voz era un siseo anhelante y sentía su sangre bullir—. En principio, estoy tan excitado que podría correrme de acariciarte, Casie, solo por estar contigo entre mis brazos, disfrutando de tu piel. Mas te prometo que si me dejas descubrirás cosas de ti misma que aún no conoces, y yo atisbo.
Levantó su barbilla con un dedo y la besó con ferocidad, comiéndole la boca con pasión mientras la elevaba por los glúteos y ella rodeaba su cintura con sus piernas.
—¿Llaves? —Ella despegó con renuencia uno de sus brazos y rebuscó en su bolsa entregándoselas, volviendo a abrazarlo y besarlo, perdida la primaria inhibición. Él abrió y se colaron dentro, y él la bajó, mirándola con fijeza—Me acabas de dar la entrada a tu reino y a tu intimidad, Casie. ¿No hay vuelta atrás? ¿Estás lista?
Ella asintió y él no pudo evitar el alivio. Hora de dejar de pensar y tomar las riendas para dejar fluir el placer.
Casie se sentía inmersa