—Si entro en este momento, no vamos a salir de este apartamento, porque voy a tomarte entre mis brazos para comenzar a hacerte lo que tengo en mente.
Este comentario provocó la reacción ruborosa que tanto le gustaba, pero ella se recompuso y carraspeó, preguntando:
—¿Dónde vamos?
—Esta es una cita, con toda la parafernalia que mereces. Esto es cena, conversación casual, baile, beso y, si tengo suerte y tú cedes a lo que sientes, sexo al final.
Ella parpadeó y abrió su boca, boqueando con gracia, buscando recomponerse, y frunciendo levemente su entrecejo.
—No escarmientas. Eso no es algo que debiera irse dando natural, ¿no lo crees? En la medida que la noche avanza y nos conocemos más. Me refiero a todo eso de primera base y segunda y cuando corresponde cada una en cada cita.
—Tonterías, Kelly. Estamos más allá de eso. Ya nos conocemos bastante para saber qué queremos del otro. Creo que quedó bien establecido anoche que eres una mujer con apetito y estoy aquí dispuesto a satisfacerlo,