Esto se manifestó también sobre ella y la vio aceptar con sencillez y agrado las atenciones, aunque notó que no estaba acostumbrada.
—Tienes que soltarte, dejar que te atiendan y te mimen, Kelly. Es una experiencia agradable.
—No estoy habituada—señaló con timidez—. Digamos que… No he tenido alguien que se preocupe así por mí.
—¿Tu familia no vela por ti?
Le molestó imaginarla desvalida y descuidada. Él sabía de primera mano que la sangre no era sinónimo de amor y cuidado, pero tenía hermanos en quiénes apoyarse y juntos habían crecido y se habían vuelto adultos.
—Crecí en una familia muy estricta y en la que la moral y la religión eran lo principal. Incluso por encima de los sentimientos—suspiró—. Mis padres… No eran malos, por supuesto.
—Murieron. Lo lamento.
Ella asintió.
—Lo que el pastor y la comunidad decían, era ley incontrovertible.
Para ellos el hombre era la cabeza del hogar, quien tomaba las decisiones. Mi padre eligió a Richard, mi ex, me lo presentó. Y este se encargó de