La explosión en su mano lo alivió, aunque supo sin sombra de duda que esta tensión era mucha como para resistirla por largo tiempo y no se disolvería con un polvo común. Ni siquiera cometió el desvarío de llamar a algunas de las mujeres que tenía en su agenda. Él tenía muy claro qué lo provocaba y conmovía, qué lo hacía vibrar y alentaba su libido. En este momento de su vida era Kelly.
Suspiró y tomó una ducha fría que no le impidió seguir pensando en ella. Era paciente, claro, estratega, pero había instantes en que el ataque directo funcionaba bien y no tenía duda de que ella se sentía atraída por él, mucho.
<<Diablos, Kaleb, ¿cuándo te volviste tan precavido? Audacia y astucia. Llámala, da un paso más. No la dejes pensar y acobardar para que retroceda.>>.
Decidido, tomó su teléfono y la llamó. Ella lo atendió luego de varios toques. Su voz, de habitual dulce y medida, le pareció agitada y ronca.
-Hola, Kelly. Kaleb aquí.
-Ah, hola... Mmm... ¿Todo... todo bien?
Supo sin dudar que est