Otra noche más

Llueve. Llueve a cantaros, puedo escucharlo desde la oscuridad de esta habitación.

El sonido de la lluvia, y los truenos son lo único que me acompañan desde que llegué aquí. Nadie ha dicho una sola palabra. Yo no he dicho una sola palabra tampoco. Sé cómo ser obediente, y conozco las consecuencias de intentar ser valiente en medio de un secuestro. Estoy preocupada por mi seguridad, pero lo que más temo, es que mi amigo Fabricio muera. Sería otra muerte más sobre mis hombros.

William, y Fabricio.

Iré al infierno por ello.

Escucho pasos acercarse, e inmediatamente contengo el aliento. Por lo poco que pude notar, son personas peligrosas. El tipo de armas con las que atacaron el restaurante, parecen salidas de una película de narcotraficantes.

Las bisagras de la puerta chirrían con fuerza, y una voz gruesa y espeluznante resuena entre las paredes.

—Quítenle la capucha— Ordena—No se ocurra hacer nada estúpido, niña. Mis hombres están listos para matarte si yo lo decido—

En cuanto mi cabeza es liberada, intento adaptar mis ojos a la luz resplandeciente. Un bombillo enorme ilumina toda la habitación, dejando ver con claridad el rostro de tres hombres enormes. Musculosos, tatuados, y vestidos de negro. Uno de ellos me mira con aparente curiosidad, y los otros dos relamen sus labios mientras sus ojos hacen un barrido por mis piernas desnudas.

En este momento pienso en las veces que utilicé un vestido tan corto. Hoy es la primera vez, y lo hice porque quería molestar a mi mamá. Mala idea.

—Así que eres la nieta del  viejo avaro de Robert— Comenta el más grande y espeluzándote de ellos— Nunca pensé que llegaría a conocerte. Siempre te mantuvo en las sombras—

—Tenemos que enviarle una foto, Dito. En cuanto sepa que la tenemos, vendrá aquí con el rabo entre las piernas. Es un cobarde— Dice su amigo—

En la cabeza rapada tiene una serpiente tatuada que rodea su cráneo. Lo miro, aturdida. No me gusta su expresión. Parece dispuesto a lanzarse encima de mí.

—No te preocupes, moreno. Ese viejo muy pronto va a pagar sus deudas—

—¿Qué quieres hacer con ella? —Pregunta el hombre que estaba rezagado—

El tal Dito sonríe sombrío con sus ojos negros fijos en mí. Mi respiración comienza a ser rápida, mientras un temblor recorre todo mi cuerpo. Sin darme cuenta, llevo mis piernas hacia mi pecho, en un intento por protegerme. Dos lágrimas se deslizan por mis mejillas, y él extiende su mano atrapando la humedad entre sus dedos. Estoy completamente paralizada, mi corazón latiendo como loco.

—No llores, niña—

—Por favor, no me lastimes— Susurro entrecortado—

Sonríe enorme acariciando mi mejilla con delicadeza.

—No puedo hacerte daño— Murmura mirándome fijamente, y un suspiro de alivio se escapa de mis labios

—Oh, dios. Gracias, de verdad muchas gra…—

Las palabras mueren en mi lengua al momento en que uno de sus amigos, hala con fuerza mis piernas, haciendo que la parte de atrás de mi cabeza golpee el cabezal de la cama vieja. Puntos negros nublando mi visión.

—No quiero que golpees esa cara bonita. Puedes hacer lo que quieras con el resto— Anuncia el tal Dito antes de salir por la puerta, dejándome sola con su amigo de cabeza rapada—

Miedo se instala en mi pecho y grandes sollozos salen de mis labios. Sé lo que vine a continuación, y no estoy preparada para sufrir de nuevo otra humillación.

—Eres muy bonita— Murmura acariciando mis piernas, y dejo salir un grito—

—Por favor, no. No lo hagas, por favor— Repito con desespero—

Intento acurrucarme en una esquina, pero él se pone de rodillas sobre el colchón atrapándome. Es enorme. Casi dos metros de altura, y músculos por doquier. Quiero correr, pero no creo que pueda escapar. Necesito una salida.

—Si te resiste es peor, caramelito

—¡Espera, por favor! Mi familia tiene mucho dinero. Yo puedo hacer que tengas mucho dinero ¡lo juro! —

Ríe, dejando ver una hilera de dientes en mal estado, y mi estómago se retuerce con arcadas. Él nota mi reacción de repudio, y cambia a una expresión molesta, y aterradora. Se acerca con lentitud, y volteo mi rostro al sentir su lengua saborear el lóbulo de mi oreja.

—¿Te doy asco, niña? — Pregunta en un gruñido— Espera que tengas mi polla en tu vagina— Añade tomando mi cabeza entre sus manos, besándome —

Dejo salir un grito ahogado, intentado escapar de su agarre, pero mantiene su boca pegada a la mía. El sabor es desagradable, y mi cuerpo reacciona. Siento el vómito subir por mi garganta mientras araño con fuerza su mejilla. Ruge una maldición, alejándose.

—¡Estúpida! — Grita—¡Jodida perra eso dolió! —

Me arrastro por sobre la cama, cayendo de bruces en el suelo, y vómito. Grandes arcadas estremecen mi cuerpo, casi ahogándome.

Cuando toma mi pie con fuerza, halándome hacia él. Grito, mis brazos resbalando sobre el vómito. Antes de poder reaccionar, se deja caer sobre mi espalda, atrapándome con todo su cuerpo. Con una mano sube mi vestido, y mete su pierna musculosa entre las mías. Grito, intentando huir de su agarre, aunque esté revolcándome sobre mi propio vomito, pero es inútil.  Lloro, desolada, sin poder creer que la vida me ponga de nuevo en esta situación. Es injusto, y macabro.

Estoy prácticamente arrancando mis uñas contra el suelo intentando escapar del horror de ser tomada en contra de mi voluntad de nuevo. Sé que si me resisto el dolor será más insoportable, así que dejo de luchar, y espero lo inminente. Es peor cuando pongo resistencia, lo sé mejor que nadie, y odio que mi cuerpo lo recuerde. 

—Eres deliciosa, muñequita. Nunca he estado con alguien como tú— Dice en mi oído—

—Te voy a matar, lo juro—Gruño con rabia—

Ríe burlonamente, y sin previo aviso mete un dedo dentro de mi coño. Aprieto con fuerza la mandíbula, hasta el punto de sentir que puedo romper mis dientes.

 —Suave, tierna. Estás muy apretada— Gime, golpeando con fuerza mis nalgas—

Me muerdo el labio inferior con fuerza, lastimándome. La sangre sale a borbotones, y observo las gotas caer en el suelo. Apago mi mente como en aquellas noches, transportándome a un lugar en donde no existe el dolor. En el momento que escucho el sonido de la cremallera de su pantalón, me preparo para lo peor.

—Si, así me gusta muñequita. Quédate completamente quieta y disfruta de mi polla—

Me quedo allí, acostada sobre mi estómago, con la mirada fija en los barrotes de la cama. Mi mente completamente en blanco. Espero el inminente dolor rasgar dentro de mí, pero escucho pasos apresurados acercándose, y mi atacante maldice varias veces poniéndose de pie con rapidez.

La puerta se abre sin previo aviso y escucho el intercambio de voces aceleradas, y molestas. Algo sobre un cargamento de drogas, armas y mucho dinero, son las palabras que alcanzo a comprender. En el momento que ellos terminan de discutir, quedo sola de nuevo en la habitación, y no puedo evitar las lágrimas de alivio brotar de mis ojos. Sollozo, sintiendo un gran peso liberarse dentro de mi alma. Agradezco al cielo en silencio por la interrupción y como puedo me levanto del suelo. Me recuesto sobre el sucio colchón, intentando controlar el temblor de mi cuerpo.

—Oh mi Dios, por favor no permitas que regrese—Susurré en la oscuridad

El cansancio fue como un camión aprisionándome, y cerré los ojos. No debería quedarme dormida, pero estoy hecha un desastre y necesito reponer fuerzas antes que él decida volver y terminar lo que empezó...

Alguien está moviéndome. Algo suave y húmedo toca mi mejilla. Quise abrir los ojos, pero me dolía todo, incluso mis parpados. Gemí al sentir un poco de agua caer sobre mis labios resecos, y agrietados.

Lágrimas arden detrás de mis parpados. Noto una leve presión sobre ellos, y allí me doy cuenta que tengo una venda puesta. Entro en pánico, e intento alejarme de quien sea esta aquí conmigo.

—Tranquila. No voy a lastimarte. Solo quiero limpiar este desastre— Dice una mujer con voz suave— Es horrible que hayas dormido en estas condiciones—

Respiré temblorosa.

—¿Quién eres? ¿Por qué estás aquí? por favor quítame la venda, no me gusta la oscuridad—

—Lo lamento, no puedo. Voy atarte porque tienes que tomar un baño antes que Dito venga, además tengo que limpiar la habitación—

Un temblor recorre mi espina dorsal, pensamientos horribles cruzando por mi mente.

—¿Atarme? —

—No tengas miedo, niña. Si Dito ve este desastre me va a golpear, así que por favor colabora, y las dos podremos estar tranquilas—

—Por favor, déjame ir— Lloro —

—No puedo hacerlo, y si pudiese tampoco lo haría. Dito y sus hombres son demonios. Lo que viviste anoche con uno de ellos fue una parte pequeña de lo que son capaces. Lo mejor es esperar a que ellos obtengan lo que quieren—Después de un baño te sentirás mejor, niña—

Me tomó de la mano llevándome hacia lo que supuse era el baño. Al sentir el primer chorro de agua helada, mi piel ardió, pero se sintió bien el agua barriendo con la suciedad. Ella masajeo, y limpió todo mi cuerpo. Me trató con tanta delicadeza que casi lloro de la emoción al sentir por primera vez alguien cuidándome aún en estas condiciones. Cuando terminamos, me llevó a la habitación, que ya parecía estar en óptimas condiciones. El olor a vomito, sudor y sangre había desaparecido.

—Bien. En la cama tienes una bandeja con algo de comer. Voy a desenredar la venda, y solo cuando yo salga de la habitación, puedes quitarla. ¿Entendiste? —

—Gracias por el baño, fuiste muy amable— Susurro—

—Cuando regrese Dito y sus hombres, no los veas directamente a los ojos. No les gusta—

Asentí.

—Gracias de nuevo—

No respondió, y cuando sentí sus manos desatar la venda, me quedé quieta hasta que la escuché salir.

Todo lo que pude hacer fue quedarme sentada en la cama observando el plato de comida. Dos rebanadas pan, dos pastillas que parecen analgésicos, un pequeño vaso con agua, una manzana roja, un poco de puré, y lo que supongo era una galleta de chocolate. En silencio inspecciono mi cuerpo. Tengo moretones en la parte interna de mis muslos, rasguños en mis brazos, y más moretones en mis caderas. Quiero vestir otra cosa que el pedazo de tela que llevo puesto, pero dudo mucho que ellos quieran ayudar con eso. De nuevo mis ojos van hacia la bandeja de comida. No tengo hambre, pero es demasiado lento el proceso de morir de hambre, así que comeré algo hasta que encuentre la manera de salir de aquí.

—Entonces, niña. ¿Te gustó lo que mi amigo te hizo anoche? Hoy puede repetirse, si quieres—

Levanto la mirada hacia su voz burlona, e inmediatamente me tenso. Los tres están mirándome con sonrisas de satisfacción. Estaba tan ida en mis pensamientos que no me fijé en qué momento cruzaron la puerta.

—Gimió como perra en celo, Dito— Agregó mi agresor con una sonrisa malvada—

Los tres comienzan a reír a carcajadas, mientras mi mente idea un plan para cortar sus penes y después hacérselos tragar.

—Mi abuelo te va hacer pagar por esto— Murmuro enojada con la mirada fija en el pelón—

—¿Eso crees? Porque hemos estado llamado a tu querido viejo, y no quiere negociar con nosotros—Responde el tal Dito—

—¡Eso no es cierto! — Grito—Él jamás me dejaría aquí. Voy a disfrutar mucho cuando venga por ustedes—

—Ojalá tengas razón, niña. De lo contrario esta noche, el turno es para moreno. Y él tiene la polla más grande que este pendejo—Añadió señalando a su amigo calvo, quien gruñó y salió dando un portazo—

Sus amigos ríen ante el arrebato del hombre pelón, y después lo siguen, dejándome sola de nuevo. Miedo recorre todo mi sistema nervioso al imaginar otra noche a merced de ellos. No puedo sopórtalo. Necesito encontrar una salida.

Determinada a huir, me levanto de la cama con piernas temblorosas, y comienzo a inspeccionar la pequeña habitación. Una mínima ventana se ubica en lo alto, llegando casi al techo. Intento llegar a ella subiéndome en la cama, pero está demasiado alta.

Gimo internamente, sintiendo ira y frustración.

La bandeja metálica se voltea con el movimiento del colchón derramando todo su contenido. Intento controlar el llanto, y observo fijamente la comida esparcida. Ni siquiera me gusta el pan, pienso con amargura. Un pequeño rayo de luz se refleja en la bandeja, e inmediatamente mi mente materializa el pensamiento.

Un golpe. Solo necesito un golpe certero con esa cosa, y podría huir.

El latido de mi corazón aumenta a medida que recreo la escena en mi mente. Tengo que golpear la parte del pterión. Es el punto más susceptible del cerebro. Si golpeo con fuerza puedo causar una hemorragia epidural que es mortal para cualquier ser humano.

Completamente decidida a llevar a cabo mi plan, tomo la bandeja y me ubico detrás de la puerta. En silencio, espero mi oportunidad. No tengo idea lo que haré después de salir, e incluso dudo que pueda lograrlo, pero no voy a pasar otra noche en manos de esos hombres.

A medida que el tiempo corre siento más nervios. Me tiembla todo el cuerpo, y cuando escucho pasos acercándose, creo que voy a tener un infarto. La puerta se abre lentamente, e inspiro profundo antes de lanzarme con fuerza sobre él. El primer golpe lo recibe justo sobre la sien, haciendo que se tambalee y caiga encima de la cama. Me lanzo de nuevo por otro golpe más fuerte, y sonrío al ver que pierde el conocimiento. La bandeja metálica pierde su estructura y ahora tengo una potencial arma filosa entre mis manos. Sin pensarlo dos veces, arremeto contra él, empujando el lado filoso en su nunca. La sangre sale a borbotones manchando mis manos y ropa. Siempre dije que odio estudiar medicina, pero en este momento agradezco todo el conocimiento que tengo sobre el cuerpo humano.

Observo con satisfacción al hombre tirado sobre el colchón desangrándose. Es a quién Dito llamó moreno. Supuestamente es el siguiente en violarme esta noche. Aturdida, salgo de la habitación con rapidez, antes que sus amigos aparezcan. Corro en medio de un pasillo, y cuando noto la luz proveniente debajo de una puerta, lágrimas empapan mi campo de visión.

 Al fin. Dios mío. Al fin puedo escapar.

—¿Niña millonaria? —

Me detengo en seco al escuchar el tono incrédulo en su voz.

—Así que tú eres el premio del que tanto habla Dito—Comenta en voz baja—

Doy la vuelta lentamente, y encuentro los ojos negros del chico del accidente, mirándome con asombro. Da un barrido por mi cuerpo hasta detenerse en mis manos ensangrentadas.

—¿Qué hiciste? — Pregunta con tristeza—

Retrocedo varios pasos con el corazón desbocado, la decepción apretándome el pecho. Tengo un pésimo gusto. ¿Cómo pude fijarme en alguien así?

—Eres uno de ellos, ¿cierto? Por eso estabas tan golpeado ese día—Murmuro dejando salir las lágrimas—

Extiende la mano, y sonríe. Su expresión llena de lástima hace que se me revuelvan las tripas.

—Suelta eso, y vuelve conmigo. No puedes escapar, doctora—

Resoplo con amargura y rio, sin poder creer la ironía de la situación.

—Si vuelvo contigo, ellos van a violarme. Prefiero morir antes que dejar que ellos toquen mi cuerpo—

Inspira profundo, y una expresión de enojo se instala en su cara bonita.

—¡Joder! ¿Te violaron? ¿Dime quién fue? —Exige dando un paso hacia mí—Ellos no debían hacerlo. ¡Eso nos mete en problemas! —

—No lo hizo, pero si me quedo otra noche no creo que quede viva para contarlo. Si quieres ayudar, déjame ir— Suplico desesperada— No voy a involucrarte, lo juro. Solo quiero salir de aquí—

—Oh, m****a, doctora. Me temo que no puedo hacer eso— Se lamenta—

Lo miro y estoy a punto de arrodillarme, pero él lo impide, tomándome por el brazo.

—Por favor. ¡Por favor! ¡Te ayudé una vez! — Sollozo— ¡Déjame ir! —

Tristeza parpadea en sus ojos, y lo veo flaquear. Aprovecho ese pequeño gesto, y tomo su mano entre las mías, temblando con anticipación.

—Maté al hombre de la cabeza rapada, no saldré viva si me descubren. Ese día te dije que no tengo dinero, pero es mentira. Puedo hacer que tu vida cambie por completo. Si me ayudas, le diré a mi abuelo y él te recompensará, ¡lo prometo! —

Deja salir un suspiro agobiado, y niega con la cabeza.

—Es demasiado peligroso, además no quiero meterme en más problemas. La última vez casi me matan. Lo siento, pero no puedo—

La tristeza aprieta mi pecho y me dejo caer de rodillas. 

—Mátame entonces—Musito ausente—Es mejor morir así, que volver allí y soportar sus manos manoseando mi cuerpo—

—Joder, niña. ¿Por qué demonios quieres morir? tu familia puede darnos el dinero, y vuelves a tu vida de rica—

—De todas maneras, pasará, tarde o temprano, pero no voy a regresar a esa habitación contigo— Respondo con una sonrisa amarga— Si quieres llama a tus amigos. Estoy segura que estarán encantados en matarme apenas sepan que asesiné a su compañero—Añado encogiéndome de hombros—

Me mira con la mala cara y resopla.

—¿De qué diablos hablas? Nadie va a morir, joder. Está bien, doctora. Me juego la vida hoy, así que procura cumplir tu promesa—

Suelto un suspiro de alivio, mientras me pongo en pie.

—Tienes mi palabra. ¡Es una promesa, lo juro! —

Se queda observándome fijo, sumido en sus pensamientos. Creo que tiene intenciones de decir algo importante, pero sacude la cabeza como desechando la idea, y murmura por lo bajo.

—Jodida situación. Vámonos, y por favor corre lo más rápido que puedas—

En el momento que toma mi mano, y me saca corriendo de allí, experimento la mayor de mis alegrías. Quizás este sea el inicio de una nueva prisión para mí, pero por lo menos tengo la satisfacción de saber que existe una persona que le importa mi bienestar, así sea por un poco de dinero.

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