Isabella se puso de pie, mientras Oliver seguía gritando tras el teléfono.
—Eres el menos indicado para pedir explicaciones.
—¡Yo nunca llevé a Lu a nuestra casa, mucho menos la metí a nuestra cama! ¡Eres una inmoral, Isabella!
—Ya nada de eso es tuyo desde que decidiste dejarme por esa zorra. ¿Cómo te enteraste?
—La niña me lo dijo. ¡Metiste a un extraño en nuestra casa estando Matilde ahí! ¡Y sabiendo lo que pasó con Vladimir!
—¡Ni siquiera se te ocurra compararlos! ¡Jacob jamás le haría daño a Matilde!
—¿Ah sí? ¿Desde cuándo lo conoces?¿Desde cuándo conocías a Vladimir? Habrías puesto las manos al fuego por él antes de saber lo que hacía. Te dije que no confiaras en ningún recién aparecido y tú vas y lo metes a la casa. ¡¿Eres estúpida?! ¡¿Tan caliente estabas?! ¡¿No aprendiste nada con la desaparición de Matilde?!...
Isabella cortó. Todo el cuerpo le temblaba. Sentada nuevamente, se aferró la cabeza y lloró largo rato.
En la cocina, Matilde se preparaba un sándwich, Mary andaba de