Mundo ficciónIniciar sesiónNo sé en qué momento llegué a mi habitación.
Solo recuerdo haber azotado la puerta tras de mí con una fuerza que dolió hasta en los huesos, como si pudiera encerrar allí todo lo que me estaba destrozando por dentro.El golpe retumbó por las paredes y, por un instante, me sentí dueña de mi propia rabia. Pero apenas tuve tiempo de sollozar, unos pasos apresurados me sobresaltaron. La puerta se abrió de golpe. Era ella. Nuriel. Había venido tras de mí. Siempre tan insistente, siempre rompiendo mis barreras. En otro tiempo, eso me habría llenado de ternura. Hoy, solo me hacía daño. Con rapidez, limpié mis lágrimas con la manga, intentando borrarlas de mi rostro. No quería que me viera así: rota, vulnerable, humillada. —¡Vete! —grité, con la voz quebrada, afilada por la rabia y el dolor—. ¡No quiero verte! Ella entrecerró los ojos, dio unos pas






