El regreso de Noah y Amelia a la mansión Koch fue una celebración discreta, pero palpable. La noticia del compromiso, aunque aún no oficializada públicamente, se esparció como pólvora entre el personal, creando una atmósfera de genuina alegría y alivio.

Lucero fue la primera en recibirlos con Alm,a quien mira todo en silencio con una gran sonrisa, sus ojos brillantes de emoción al ver el resplandor en el rostro de Amelia y el brillo en los ojos de Noah. Al ver el anillo en el dedo de Amelia, no pudo contener las lágrimas.

—¡Mi niña! ¡Mi niña! —exclamó Lucero, abrazando a Amelia con ternura—. ¡Sabía que este hombre se daría cuenta! ¡Dios los bendiga, a ustedes y a esos angelitos!

Noah sonrió, un gesto que se había vuelto más fácil en las últimas semanas.

—Gracias, Lucero. Estamos muy felices.

Mía y Jack llegaron poco después, sus caras iluminadas al ver el anillo.

—¡Sabía que lo harías, hermano! —gritó Mía, abrazando a Noah con fuerza antes de girarse hacia Amelia—. ¡Felicidades, Ameli