Capítulo 32: El Eco de un Beso.
La luna se colaba por la ventana, bañando la habitación de Amelia en una suave luz plateada. El aire aún vibraba con la intensidad del beso inesperado. Amelia fue la primera en reaccionar, sus ojos abriéndose de golpe mientras la razón regresaba, fría y cortante.
—Esto no puede ser… —dijo, su voz apenas un susurro quebrado, su mano instintivamente buscando sus labios, como si pudiera borrar el rastro del contacto.
Noah, que también parecía despertar de un trance, se apartó con una velocidad que denotaba su propia incomodidad. El arrepentimiento nubló sus ojos.
—Lo siento. Tienes razón, perdóname —murmuró, y de inmediato, sus pensamientos volaron hacia el rostro inmaculado de su esposa muerta. La culpabilidad era un fantasma que siempre lo acechaba, y ahora más que nunca, su presencia se sentía opresiva.
Amelia notó el cambio en su mirada, esa distancia repentina, y sintió arrepentimiento. Sabía que debían poner fin a ese momento antes de que se complicara más.
—Por favor, vete, Noah —