La noticia de la fotografía de Noah y Amelia no tardó en llegar a cada rincón de la ciudad, desatando un torbellino de especulaciones. Mientras tanto, ajeno —o eso parecía— al revuelo mediático, Noah Koch salía de una tensa junta directiva.

Su rostro, como siempre, era una máscara de impasibilidad, pero había una tensión palpable en sus hombros, una rigidez en su andar que no era usual.

A su lado, Jack caminaba con una expresión de divertida preocupación, el periódico del día, con la escandalosa foto en portada, discretamente doblado bajo su brazo.

—Ya viste el periódico, ¿verdad? —comentó Jack con un tono casual, casi burlón, mientras se dirigían por el pasillo.

Noah ni siquiera giró la cabeza. Su voz, gélida y cargada de desdén, resonó en el amplio corredor.

—Medios amarillistas. Ya me encargué de eso. Voy a cerrar ese estúpido periódico de quinta.

Jack suspiró. Conocía bien esa faceta de su amigo.

—¿Y qué te traes con Amelia? —preguntó, intentando perforar la coraza de Noah.

—Mejor