Capítulo 14. La Visita Inesperada.
Noah cumplió su palabra. Justo cuando las primeras luces del amanecer se filtraban por las ventanas del apartamento, su coche relucía aparcado frente a la entrada del edificio.
La impaciencia le carcomía, pero se mantuvo firme, esperando. En cuanto Amelia apareció, su rostro pálido y sus ojos hinchados delataban una noche de angustia, Noah salió del auto y le abrió la puerta con una determinación inquebrantable.
Amelia, sintiéndose aún frágil y con el estómago revuelto por los dolores y la ansiedad de la noche, se resignó.
Subió al asiento del copiloto, consciente de que Noah no aceptaría un no por respuesta. Él cerró la puerta con un suave clic, un sonido que para ella representaba su libertad desvaneciéndose.
Arriba, desde la ventana de su apartamento, Lucero observaba la escena con recelo. Su ceño se fruncía, la preocupación en su mirada.
No podía entender qué unía a su sobrina, la modesta Amelia, con un hombre tan influyente y reservado como Noah Koch. La imagen de Amelia en sus b