Capítulo 23: Vives en una fantasía.
El eco de la puerta cerrándose tras Amelia y Lucero apenas había cesado cuando la atmósfera en el despacho de Noah se volvió cortante.
Mía miraba a su hermano, sus ojos, antes llenos de preocupación, ahora lanzaban dardos de resentimiento y una indignación apenas contenida.
La ausencia de testigos hacía que la máscara de impasibilidad de Noah se resquebrajara, revelando una rara vulnerabilidad.
—Quiero que me expliques qué vas a hacer ahora —demandó Mía, su voz baja pero firme, cada palabra un desafío. Se acercó al escritorio, apoyándose en él, buscando una respuesta que la satisficiera—. ¿Y si Amelia no quiere entregarte luego el bebé? No has pensado en eso, ¿verdad?
Noah se removió incómodo en su asiento. La pregunta de Mía lo había golpeado en un punto débil, revelando una preocupación latente que se negaba a admitir.
—Posiblemente sean dos —soltó Noah, cambiando de tema, su mente buscando desesperadamente una respuesta. Se aferró a la parte técnica, a lo controlable—. Apenas tiene