Giorgia está enojada con Julian por lo que él prácticamente le ha obligado hacer. No es que no iba a decírselo a Chase, por supuesto que sí, pero no en ese momento, no en ese lugar y no porque Julian se lo hubiera exigido.
Lo odia.
Julian es la persona que más odia en este instante y se lo ha dejado claro desde que habló con Chase, hasta este momento en el que están entrando al vestíbulo del hotel; ella adelante y él detrás, siguiéndola con prisa.
—Ey. Giorgia. Cariño. Preciosa. —Julian la llama, pero ella no lo determina. Sigue avanzando a zancadas hacia el ascensor.
Se para frente a uno y oprime el botón en el tablero que está empotrado en la pared.
—¿Gordita?
Apretando los dientes, Giorgia por fin lo voltea a ver.
—Gordita tu abuela.
Con una mueca de asombro tiñendo su rostro, Julian parpadea.
—¿De verdad estás enojada? —le pregunta, acercándose a ella y tocándole el hombro derecho.
—No me toques —muerde ella, apartándose como si Julian tuviera una enfermedad contagiosa.
—¿Es en se