Dos horas, una larga ducha caliente y el delicioso desayuno con postre incluido después, Giorgia y Julian salen del hotel al calor de la tarde. Mientras esperan que el valet lleve el coche que Julian va a conducir, Giorgia le da a él una amplia sonrisa que hace que a él le duela el corazón. Sus ojos brillan de felicidad, y le hacen cosas a él que nunca imaginó.
Se mueve detrás de ella y la envuelve con sus fuertes brazos alrededor de su estómago.
—Gracias —susurra contra la parte posterior de su cuello, tratando de alcanzar su mano. Él se la lleva a la boca y la besa.
Giorgia estira la cabeza hacia él, se sube de puntillas y roza sus labios por su mandíbula.
—No. Gracias a ti.
Julian sonríe y se inclina para besarla. Los dos se hunden en la adictiva sensación hasta que el valet se detiene con el auto.
El conductor sale y se acerca a Julian.
—Muy bonito carro.
Cogiendo la mano de Giorgia, Julian la mira y de nuevo al conductor. Una sonrisa reverente estalla en su cara.
—Muchas gracia