El sol empieza a asomarse por el horizonte y a filtrarse por las ventanas de la suite; lo único que se oye es la respiración ligera de Giorgia, que duerme apoyada en el pecho desnudo de Julian, mientras le acaricia el pelo que le cae por el hombro. Él es consciente de que los minutos que les quedan para estar tan juntos se esfuman, porque, por los momentos, su participación en la renovación del hotel está por terminar y pronto deberán volver a Nueva York.
Julian cierra los ojos e inspira hondo, trata de grabarse este momento a fuego, pero sus pensamientos van por otros derroteros a los que no está acostumbrado.
Miedo. Julian no teme nada y ahora se siente superado por el miedo. Aunque ya ha pasado una semana desde que están juntos oficialmente, aún no le han informado nada a sus padres, sabe que las cosas pueden cambiar para él y para Giorgia a su regreso. No alberga dudas de que esto no es un mero capricho o algo pasajero, está enamorado de ella de verdad y se ha pasado la última s