Los ojos de Giorgia se abren de par en par ante el tono exigente de Julian, pero él está demasiado impaciente para esperar más.
―Ahora ―gruñe Julian.
Se aleja unos pasos de él, luego se detiene y mira por encima del hombro, con el labio inferior entre los dientes.
«Dios, sigue siendo tan jodidamente inexperta en lo que se refiere al sexo, y sé que no debería, pero jodidamente me encanta», piensa Julian.
Giorgia vuelve a mirar hacia adelante y se lleva las manos al bordillo del top para quitárselo. Después se baja el short, se contonea un poco y lo deja caer, quedándose solo en tanga.
Julian aprieta la mano contra su polla para aliviar el dolor, pero solo hundirla en ella le ayudará ahora.
―Espero que no le tengas cariño a ese trocito de encaje que llevas ―le dice―, porque estoy a punto de arrancártelo para volver a saborearte.
Giorgia se queda paralizada y un escalofrío la recorre visiblemente. Luego sigue avanzando, se arrastra hasta la cama y se detiene sobre las manos y las rodilla