―¿Estás escuchando? ―La voz de Joseph Lerner devuelve la atención de Julian a la discusión. Él y su padre, junto a su equipo de trabajo, están sentados alrededor de una mesa en su oficina, analizando los datos financieros de la empresa correspondientes al último trimestre, así como las previsiones para los próximos seis meses.
―Por supuesto ―dice Julian, y lo hace, a pesar de que el recuerdo de su encuentro con Giorgia de hace unos días ocupa la mayor parte de su atención.
Ella lo sorprendió. Está convencido de que la gordita es una fiera que necesita ser domesticada. El asombro y la indignación que le hizo sentir cuando le dio esa tremenda bofetada aún hacen mella en su cabeza. Si cierra los ojos puede sentir con claridad la extensión y la fuerza de toda su palma sobre su mejilla, el escozor en su piel y la humillación chisporroteando en su sistema.
No le quedó más que salir de Hill Group con el rabo entre las patas. Deseó con todas sus fuerzas poner a Giorgia Hill en su luga