Gabriele salió del baño envuelto en una toalla, con gotas de agua aún cayendo de su cabello. Todavía tenía rondando en la cabeza la conversación que tuvo antes con Luciano. Él le había contado su plan respecto a Azzurra. Gabriele no pudo evitar pensar en ello mientras estuvo en la ducha. ¿Qué estaba dispuesto a hacer Luciano para recuperar el control? ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar?
Mientras tanto, Luciano estaba sentado en la cama, con el teléfono en la mano. Cuando escuchó la puerta del baño abrirse, levantó la vista.
—Luciano… —dijo Gabriele, acercándose despacio.
Luciano dejó el teléfono a un lado y se giró hacia él.
—¿Qué pasa, cariño? —preguntó con tono tranquilo y relajado.
Gabriele se acomodó en la cama junto a él, dejando que sus piernas colgaran del borde mientras lo miraba fijamente.
—Antes… cuando mencionaste que tenías un plan para Azzurra, que podías hacerle pagar por lo que nos hizo, ¿a qué te referías exactamente? —Preguntó con curiosidad.
Luciano se recargó