El reloj marcaba las ocho de la mañana cuando Kira bajó a desayunar. Llevaba semanas con el estómago cerrado, pero ese día necesitaba fuerzas.
Un mes había pasado desde aquella rueda de prensa donde sonaba frente a las cámaras anunciando su compromiso con Satoru Kamura. Sonrisa que ocultaba el filo de un sacrificio silencioso. Era la única forma de mantener a Konstantin vivo… y con él, todo lo que alguna vez fue libertad.
— ¿Dormiste algo? —pregunta Ximena, colocando una taza de té caliente frente a su hija.
Kira se limitó a asentir. Las ojeras bajo sus ojos hablaban por sí solas.
—Hoy vendrá a cenar —dijo, casi como si eso le doliera más que el mismo anuncio de la boda.
Ximena levanta la vista. La taza quedó suspendida entre sus dedos.
— ¿Satoru?
-Si. Quiere conocer a mi familia antes de casarnos. Supongo que es parte del protocolo… o su forma retorcida de burlarse de mí.
—No pienso recibirlo sola —Ximena se levantó con firmeza—. Lucas irá con nosotras, no es bueno que sepa que mis p