V I G É S I M O | P R I M E R O

VIGÉSIMO PRIMERO.

No sabia que hacer, que demonios pensar.

Se encontraba desnuda, acostada en lo poco que quedaba de una tienda, con el rastro de sangre y semen entre sus piernas. Y su secreto mejor guardado al fin revelado.

Apretó los dientes, sabiendo que ya no valía de nada esconderse frente a el.

Saco el glamour de alrededor de su cuerpo, alzando una mano para convocar ropa que la visitera. Parándose del suelo arreglo la tienda a su estado primario, mirando fijamente la marca ennegrecida en el pasto, símbolo de lo que había pasado entre ellos dos.

Sabia que podría seguirlo a donde quisiera, su rastro estaba fresco, un solo pensamientos de su mente y aparecería donde el estaba.

No lo haría, lo dejaría pensar a solas, calmarse. Lo que el quisiera.

Se quedo sentada frente al agua, jugando con los dones, aprovechando el momento en que podría dejarlos en libertad.

No se movió de allí por horas, hasta que el trasero se le entumeció y la cabeza le dolió producto de tantos pensamien
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