Las puertas del reino se abren y, Apolo y el señor Oscuro cabalgan hacía su destino, para que nadie los reconociera, tenían colocado sus cascos. En el camino todo estaba silencioso, no tenían porque repasar el plan, estaba más que claro.
Llegan a una de las cuevas, también conocidas como portales de otros mundos, amarran los caballos cerca y Apolo entra primero con su espada.
—¿Estás seguro de que es aquí padre? —pregunta Apolo caminando sigilosamente.
—Si hijo, escaparon al mundo mortal, para que no pudiésemos ver el cuerpo de tu madre —explica detrás de él.
—¿Cómo sabes eso? —Llegan a una luz, ya iban a cruzar el portal.
—Es pura intuición… —El señor Oscuro le atraviesa la espada a su hijo por la espalda y Apolo cae al suelo.
—Padre —comienza a agonizar.
—¿Creíste que me ibas a engañar con tu madre? —Lo gira para mirarlo cara a cara con desprecio.
—Padre, ¿de que estás hablando? —intenta alzar su voz, Apolo estaba confundido con ese ataque sorpresa.
—Tu madre me ha estado engañando